Las mujeres creadoras reivindican que la Academia incorpore a las mujeres a los curriculums educativos, con el rigor que tiene que ser exigible a quien tiene la autoridad de investigar y compartir conocimiento.
Compartimos con vosotros el manifiesto de la mujer, artista, licenciada en Bellas artes y gestora cultural, Teresa Juan, que ha participado en la programación del #115aniversario de #UPValència, los actos de #Ellescreen y nos deja esta valiosa declaración para deslicenciarse.
Declaración de Teresa Juan:
Yo, Teresa Juan, Licenciada en Bellas Artes, mujer, artista, declaro abiertamente mi intención de deslicenciarme.
Me dirijo a Charles Baudelaire, Lord Byron, John Keats, Caspar David Friedrich, Pablo Picasso, William Blake, Alphonse Mucha, John Everett Millais, Georg Friedrich Händel y digo: renuncio a vosotros, pues con vosotros entré en la Facultad de Bellas Artes en el año dos mil cinco, para seguir colmando mi cuerpo, para seguir ocupando mi mente, para seguir haciéndome a mí misma, extranjera de mí misma, a través de todos los que vinieron después, también hombres: Jackson Pollock, Gustave Courbet, Mark Rothko o Jean-Auguste-Dominique Ingres: renuncio a vosotros también, a vosotros así, al nosotros así, aquí, de este modo. Renuncio al nosotras únicamente ser lícitas siendo como referentes hombres, artistas hombres, ciencias hombres. Renuncio a vosotros como las academias han renunciado a nosotras, como el mundo ha renunciado a nosotras y me dirijo a todo el profesorado de la Facultad de Bellas Artes San Carlos de Valencia, a todo el profesorado que solo habló en masculino y sentencio: yo os suspendo. Desapruebo vuestros métodos y renuncio, irónicamente para crecer, al conocimiento adquirido a través de clases y clases que relegan mujeres al lumpen.
Renuncio a todos los libros de historia del arte, de historia, a todas las antologías y retrospectivas que emplean páginas y espacios en pasear ausencia de mujeres. Renuncio a todos los programas educativos que no me hablaron de Federica Montseny o de María Teresa León o de María Zambrano. Renuncio a las carreras que colman sus apuntes tan solo del cincuenta por ciento. Denuncio que solo se reseñe la nota de suicidio de Virginia Woolf como si esa fuera su literatura, denuncio que se recurra a la vida sentimental de Anaïs Nin como si eso fuera lo relevante de su obra.
Denuncio que vivimos en un constante falso histórico.
Y renuncio. Renuncio, no solo en nombre de Louise Bourgeois, Simone de Beauvoir, Rosalía de Castro, Gloria Fuertes, Valie Export, Camille Claudel, Artemisia Gentileschi, Safo, Cristina de Pizán o Hildegarda von Bingen, no solo en nombre de todas las que tienen una voz ya conocida, o intuida, aunque haya costado rescatarla, sino también, y sobre todo, en nombre de todas y cada una de las mujeres que estudiaron conmigo y que contribuyeron a encontrarme nación de mí misma y que no están en las ferias de arte y que no están en las galerías de arte. Renuncio en nombre de:
Mariane, Anna, Teresa, Liliana, Marlene, Paula, Cristina, María Teresa, Miriam, Lucía, Mercedes, María, Fani, Teresa, Auxi, Paloma, Laia, Yasmina, Rosa, María, Rosa, Joana,
Àngela, Cristina, Dharma, Francisca, Neus, Xusa, Miriam, Alba, Clara, Paula, Tania, Itziar y etcétera y etcétera.
Ellas crean, sí. Ellas crean todos los días. Ellas crean todo el tiempo. Ellas crean desde ellas mismas. Ellas quieren referentes ellas.
Me deslicencio a favor de licenciarme completa, a favor de licenciarme dentro, en, no incluida tan solo, o invitada a una hegemonía excluyente, o reseñada, sino presente, partícipe, referente, edificante: gerundio. Me deslicencio a favor de la verdadera historia, acudo al rescate de la historia, acudo al rescate del presente, abandono mi título a favor de: nunca más musa, nunca más solo ellos generación del 27. Y me planto: nunca más nos robaréis clandestinamente el año, otorgándonos marzo para que hablemos de “lo nuestro” como si fuera solo nuestro, como si pudiera contenerse todo en treintaiún días. Nunca más “estaba loca”, nunca más arte de mujeres en un rincón al margen, frente a exposiciones mayúsculas del arte integradas por solo hombres,
Nunca más volver a matricularme en Bellas Artes y decir: ser mujer, ser artista, ser omitida. Nunca más no ver en grande el nombre de Maria Mercè Marçal o el de Ana Mendieta o el de Francesca Woodman o el de Maruja Mallo. Nunca más generaciones de mujeres omitidas.
Me deslicencio a favor de todas las mujeres posibles. A favor del cien por cien. A favor del otro mundo, es decir, del mundo omitido.
Y con ironía propongo: ¿qué tal un marzo otorgado a los hombres para hablar de “lo que hacen” mientras un mundo de once meses dedicado a la universalidad total y a la hegemonía imperante, pero, en una ironía del destino, dirigida e integrada por mujeres?
No ¿verdad? ¿Rídiculo?
Renuncio para que el ocho de marzo, tumbado en lemniscata, sea por fin un infinito de mujeres que no necesiten reclamar sino que sucedan, estén edificando gerundio: gerundio, gerundio decisivo.
Teresa Juan
1 de marzo de 2018